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¡Compartiendo la mejor experiencia: Jesucristo!

19 oct 2018

¿QUE HACER CUANDO ESTOY PERDIENDO LA BATALLA DE LA VIDA?


Texto:             1° Samuel 1:9-10 

                         ¿Está usted enfrentando una lucha en estos días?... ¿Qué está haciendo frente a estas luchas?

                          En el texto de 1° de Samuel, Ana entró en Crisis cuando su hogar comenzó a destruirse. El corazón de su esposo se inclinó a otra mujer que le dio muchos hijos. Ella se vuelve triste, solitaria, no come y pierde el deseo de vivir. Comenzó a perder la batalla de la vida.  

¿Está usted hoy en la misma condición? 
Le tengo buenas noticias. 
Después de tanta crisis y tanta lucha, esto fue lo que finalmente Ana decidió hacer para salir de su crisis.

1.      Cambio de Actitud. (v. 9) – Cambie de actitud

2.      Fue al templo (v. 9b) – En ese tiempo ir al templo era ir a la presencia de Dios. Él lo espera con los brazos abiertos. En su presencia hay descanso. La Palabra dice; venid a mí los que estén cansados y cargados y yo los haré descansar.

3.      Oró con Sinceridad (v. 10) -  Nunca es tarde para orar. Cuando llegue a su presencia cuéntele lo que usted está sintiendo, ábrale su corazón.

4.      Hizo un voto con Dios (v.11) – Dios quiere que usted se comprometa con Él.
A Dios le agradan las personas de compromiso.
Ana tuvo una pequeña crisis porque el sacerdote Elí la tuvo por ebria, pero ella superó esta nueva adversidad porque había cambiado de actitud y no estuvo más triste (v.18). Ella le pidió además, Dios un hijo y Dios le dio 6 en total. (v.2:21). Además, Dios le devolvió su esposo. (v.2:19-20)


Amigo, amiga: Aun hay esperanzas. No todo está perdido.

¯  Recordemos lo que hizo Ana para salir de la Crisis (1,2,3,4,)
¯  Tome la decisión hoy de recibir a Jesús en su corazón.


8 oct 2018

LA VERDADERA RIQUEZA



Texto: Marcos 10:17-24
10:17 Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
10:18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. 
10:19 Los mandamientos sabes: No adulteres. 18 No mates 17 No hurtes. 19 No digas falso testimonio. 20 No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.
10:20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 
10:21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
10:22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 
10:23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 
10:24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!

Debemos comprender que la riqueza que tenemos en Cristo están por encima de los bienes materiales que poseemos.

Piense por un momento... ¿Qué hace cuando se encuentra un billete o una moneda?...
¿Qué hace cuando le llegó un buen dinero de una herencia?...
¿En qué gastamos nuestro tiempo y nuestro dinero generalmente?...
¿Se considera bueno por hacer cosas buenas?...
¿Cuáles son las prioridades que tiene en su vida?...
¿Se preocupa usted por la vida eterna?...
Hubo un hombre en la Biblia que posiblemente se hizo todas estas preguntas y cuando vio a Jesús quería confirmar sus respuestas, pero miremos lo que encontró:

Veamos la verdadera riqueza en Cristo:

1.      Estamos llamados a tomar una buena decisión: Buscar a Jesús por la vida eterna y reconocer la bondad de Dios (Sólo Dios es bueno y justo) (17 -18).
·         Salmos 9:10
2.      Estamos invitados a vivir los mandatos del Señor de acuerdo a su Palabra y aceptar el amor de  Dios (19-21)
·         Salmos 11:7, 37:28
3.      Debemos poner el corazón y la confianza en la verdadera riqueza: El Reino de los Cielos  (23 y 24)
·         Mateo 6:19-21; 12:35; 22:37.
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Por tanto... Debemos acercarnos al Señor para que el Reino de los Cielos llegue a nuestra vida y nos otorgue Vida Eterna, no por nuestras obras, ni por nuestras posesiones materiales, sino por el amor y la misericordia del Señor.